Giuseppe Tartini - Palladians - Opus Musica
Giuseppe Tartini (1692-1770) nació en Pirano, Italia, localidad que en la actualidad pertenece a Eslovenia. Sus padres decidieron encaminarle al sacerdocio. Siendo seminarista conoció a una joven modesta, protegida del cardenal Cornaro de Padua, con la que se casó en 1713. Este asunto no dejó indiferente al cardenal, por lo que Tartini abandonó Padua, exiliándose en Asís, en donde prosiguió su educación musical con el bohemio Bohuslav Cernohorsky. En 1715 -otros sitúan esta anécdota en 1712- estando en Venecia, fue invitado a un concierto en el que tocaba Veracini. Dicen que quedó tan impresionado por su técnica, que de inmediato abandonó a su mujer, se trasladó a Ancona y se encerró en un cuarto del que no salió hasta convertirse en un virtuoso brillante. En 1721, perdonados más que olvidados sus devaneos de juventud, Tartini ocupa la plaza de primer violín en la catedral de San Antonio de Padua, cuya orquesta era entonces una de las mejores de Europa. Pero en 1723 nuestro inquieto violinista viaja a Praga, detrás de una joven que acabará demandándole por no reconocer la paternidad de un hijo. Entre 1726 y 1728 se establece definitivamente en Padua, dedicándose a la interpretación y a la enseñanza, siendo considerado uno de los grandes genios del violín. En 1754 publica su tratado Regole per arrivare a saper ben suonar il violino. Esta obra es la síntesis más moderna de la época en pedagogía y técnica, a tal punto que Leopold Mozart la utilizó con profusión en su Ecole de violon.
Tartini compuso alrededor de 150 conciertos y 100 sonatas para violín. Es probable que la causa por la que su música esté un tanto desatendida se deba a que es un compositor de transición, que parte del estilo barroco hacia estructuras del clasicismo precoz. Aunque se le acostumbra a encuadrar en el barroco, murió cuando Haydn tenía 38 años. Los barrocófilos pueden echar en falta ese frenesí contapuntístico tan evidente en la música de Vivaldi, mientras que a los clasicistas rigurosos quizás no les agrade su empleo de fórmulas modulantes propias del barroco. No obstante, si escuchamos las obras sin afán de encasillamiento, nos encontraremos con una música elegante e imaginativa, difícil de ejecutar y merecedora de tenerse en cuenta.
El disco da comienzo con su obra más famosa, la Sonata en sol menor, Op.1, Nº4, conocida por la del "Trino del diablo". Tartini contó a J. J. Lalande que una noche soñó que tenía al diablo por sirviente, el cual se anticipaba a todos sus deseos. Mientras pensaba cómo componer algo que sorprendiera por su inspiración, el diablo tomó el violín y ejecutó unos fragmentos que Tartini retuvo, concretó en el papel pautado y siempre sostuvo que era su mejor composición. Tras un conmovedor Larguetto que se desliza como un tierno susurro, irrumpe con fuerza un Allegro rotundo y afirmativo, en contraste con un Andante melancólico, que se alterna con el intrincado y espectacular Allegro final, todo en una atmósfera de notable libertad formal. La Sonata en sol menor, Op.1, Nº 10 recibe el título de "Didone abandonata". Es una obra magistral. En su concepción algunos han percibido un ensayo de introspección psicológica sobre el abandono en los recuerdos del pasado y la languidez expectante, pese al vehemente Presto central, que en su brevedad disipa por un momento las brumas en las que vuelve a incidir el expresivo Allegro conclusivo. La Sonata Op.1, Nº 13, llamada "Pastoral", es una idílica evocación campestre, con ecos de madrigales y bucólicas danzas, en un ambiente de sencillez serena y despreocupada. El intérprete de viola y violonchello Antonio Vandini fue muy amigo de Tartini. Tocaron en la catedral de Padua durante unos 50 años, viajaron juntos a Praga y a Viena contratados para celebrar la coronacíon de Carlos VI en 1723 e incluso, cuando Tartini enviudó, compartieron casa para paliar su soledad. A esta relación se debe el Largo de la Sonata Op.1, Nº5, que por su dialogado contrapunto invita al oyente a relacionarlo con algún intimista movimiento bachiano. También el Largo en re menor para viola posee ese carácter discursivo e intimista tan emotivo.
Quien impactara tanto a Tartini, el virtuoso violinista florentino Francesco Maria Veracini (1690-1768), después de triunfar en Venecia cosechó éxitos en Inglaterra, en donde se le aclamaba así: "One God, One King and One Veracini!". De regreso a Venecia en 1716, compuso varias sonatas para violín dedicadas al Príncipe Federico Augusto, que lo mandó llamar para que prestara sus servicios en la corte de Dresde. La Sonata en la mayor Op.1, Nº7 está formada por cinco breves movimientos: un delicado Cantabile, el Larghetto alegre y juguetón, un primer Allegro de resuelta melodía sobre un ingenioso acompañamiento, un Largo que lo podría haber firmado Vivaldi y el Allegro final, que constituye una prueba de bravura de elevada dificultad.
Palladian Ensemble es un grupo firmemente consolidado desde 1991. Especializado en música de cámara, ya se ha dado a conocer, además de por sus numerosas giras, por haber grabado otros discos para el sello Linn Records con excelentes críticas. Expresivos pero no estridentes, de sonido diáfano que no seco, fruto de una extrema pulcritud; todo ello bajo una cuidada toma de sonido.