Ravel - Pizarro - Opus Musica
En nuestro último número, al reseñar los segundos volúmenes de las Serenatas de Mozart por la Orquesta de Cámara Escocesa y de la música para piano de Ravel por Artur Pizarro, dejábamos entrever -con lo mucho que nos habían gustado las segundas partes- cuánto sentíamos no conocer las primeras. Y los chicos del sello Linn, sutiles ellos, han captado nuestro pesar y nos han enviado, cual Reyes Magos provenientes de Escocia, que es donde tiene su sede la discográfica, los dos discos que aquí reseñamos.
El envío nos ha hecho ilusión porque, tal y como comentamos en su momento, los sendos segundos volúmenes eran de muy alto nivel musical, excelente realización técnica y elegante presentación. Los primeros son también así: no esperábamos menos. Podríamos decir, en el caso del volumen 1 de la obra pianística raveliana, que es incluso más; no tanto por la interpretación, que mantiene un nivel igual al del volumen 2, cuanto por la música ofrecida, que es la más inspirada que el genial compositor francés compusiera para teclado solo: Juegos de Agua, Gaspard de la Nuit, Miroirs, Serenata Grotesca y La Valse. Son obras de considerable complejidad técnica y expresiva, pero, como dijimos a propósito del volumen 2, "el pianista lisboeta sabe cómo aligerar su pulsación potente y a veces dura, sabe cómo introducirse en el singular mundo del piano raveliano sin caer en empalgosidades y sabe también cómo invitarnos a seguirle en su viaje por estos pentagramas llenos de momentos sugerentes". Fantástico en Juegos de Agua, que relaciona con los premonitorios Juegos de agua en la Villa d'Este de Liszt, Artur Pizarro está notable también en Miroirs (sobre todo en Una barca sobre el océano, se ve que le va la música acuática) y, por pedirle algo más -siempre se puede pedir más-, le pediríamos más profundidad en Le gibet y más misterio al comienzo de Scarbo, piezas ambas de Gaspard de la Nuit, y más sutileza rítmica en La Valse, que, no obstante, es tan brillante como podía esperarse de tan reputado virtuoso.