Patricia Kopatchinskaja & Camerata Bern - Plaisirs illuminés - Scherzo
Este disco es un apasionante recorrido por algunos de los grandes nombres de la música del siglo XX con el añadido de quien ha sido una de las mayores revelaciones de lo que llevamos del XXI, el valenciano de 1985 Francisco Coll, quizá hoy el compositor español de mayor alcance internacional, discípulo de Thomas Adès —el único que sepamos— y con su obra publicada en Faber Music. Un recorrido que puede verse también como una suerte de descripción de la modernidad y sus raíces —y hasta una antología de la misma— que culminara en la más absoluta contemporaneidad, en una especie de apuesta que colocara al aspirante junto a los maestros. Convengamos en que el peso de la obra de estos es indiscutible y en que el de la de aquel promete tanto como ya evidencia en semejante contexto, recipiendario natural de todo lo que le precede en el orden de escucha que se nos propone. El programa se organiza con tres obras más extensas —Musica concertante de Veress, Concerto per corde de Ginastera y Les plaisirs illuminés de Coll—, acompañadas de fragmentos muy breves de Ligeti —Balada si joc—, Kurtág —Jelek VI de Games, Signs and Messages— y Bartók —Pizzicatto de los Dúos para dos violines— que hacen de interludios. Todo ello, lo breve y lo extenso, muestra de la mejor creación musical de lo que quizá aún podamos seguir llamando nuestro tiempo. Les plaisir illuminés es un doble concierto para violín, violonchelo y orquesta de cuerdas escrito en 2018 para la Camerata Bern, que revela ideas, sabiduría para ponerlas en pie, conocimiento del terreno que se pisa, asimilación de influencias que demuestran conocer dónde hay que estar y qué es lo que se hace por el mundo adelante y capacidad para entrar en el terreno de las emociones. Vuelve Coll, que dirige la orquesta con eficacia, a interesarse por el acervo español en el tercer movimiento, Alegrías, que me ha gustado bastante más que sus brillantísimas y exitosas Iberian Miniatures en las que trata de glosar ciertos invariantes de lo español puesto en sonidos. Como complemento a la obra mayor, la breve y certera Lalulalied es un juego delicioso, no sé si una broma doméstica —hasta una escena casera podría ser—, lo que los ingleses llaman una extravaganza o puede que hasta una sátira bienhumorada de lo que han sido ciertas músicas que quisieron romper el molde. En cualquier caso, una miniatura magistral. Cierra el disco una improvisación a cargo de la propia orquesta sobre el canto de los pájaros. Todo está maravillosamente interpretado por la Camerata Bern, con una Kopatchinskaja en su elemento y una Sol Gabetta que ya sabemos que se encuentra cómoda en todos. La grabación es ejemplar.